Acerca de Cheyenne
Cheyenne Bell
Fundadora y Directora ejecutiva, Doula Certificada de Nacimiento y Posparto
Desde que tengo memoria, siempre he querido ser parte del campo médico. Veía programas de televisión y películas y leía libros para aprender más sobre esto y las diferentes áreas que ofrece el campo médico. Cuando me di cuenta de que me apasionaba dar a luz bebés, decidí que convertirme en doula era un paso para hacer realidad mi pasión. Quería ser parte de algo más grande que yo y mi mamá me sugirió que asistiera a un nacimiento vivo. Ella me dijo que “qué mejor manera de saber si esto es lo que realmente quieres que estar ahí para tu propia madre”. Para la mayoría de la gente, probablemente sería un poco extraño ver a su propia madre de esta manera, pero yo estaba muy feliz por la oportunidad. Finalmente iba a ver de qué se trataba la charla y qué pasa cuando comienza el círculo de la vida. El parto y el alumbramiento siempre me han fascinado por lo preciosos y frágiles que son los bebés. Cuando vi a mi madre dar a luz a mi hermana pequeña, me di cuenta de que eso era lo que quería hacer por el resto de mi vida.
Me convertí en doula porque quiero poder apoyar a las mujeres en este proceso hermoso y natural. Creo que cada nacimiento es especial y único y que toda mujer que desee apoyo y estímulo adicionales debería recibirlos. Toda mujer que lo experimente debería poder mirar hacia atrás y saber que tuvo un equipo de personas a su lado durante su parto. Para mí el parto no es una rutina y cada persona que lo vive pasa por algo diferente. Ya sea que se trate de una ocasión feliz o de una que alguien preferiría olvidar pronto, creo en encontrar a cada mujer en el momento de su necesidad y ayudarla a superarlo de la manera más segura y colaborativa posible.
Como tu doula, traeré compasión, bondad, apoyo y fe a tu nacimiento. Creo que Dios sabía exactamente lo que estaba haciendo cuando creó el nacimiento y la maternidad. Creo en ti y confío en que Dios nos guiará a través de tu nacimiento y más allá. Tú estás en el asiento del conductor y yo soy tu feliz pasajero mientras llegamos al destino del nacimiento de tu nueva vida. Creo que cada niño es un regalo de Dios y que las madres que los llevan son más que bendecidas y muy favorecidas.